jueves, mayo 19, 2005

Sin Fórmulas

15 años. Media vida. Eso fue lo que celebramos ayer con Ricardo. Para nosotros la fecha más importante es el 18 de mayo, cuando empezamos esto juntos, cuando todavía éramos compañeros de colegio. Más importante que el aniversario de matrimonio. Porque fue el principio de todo.

Nunca nos propusimos llegar a tanto, nunca fue una meta por cumplir. Y tampoco hicimos caso a las fórmulas ni los pronósticos. Nos aburrimos de escuchar siempre eso de que “los pololeos largos no funcionan”, “unos amigos pololearon 7 años y después no duraron nada”, “tienen que conocer a más personas”, “empezaron demasiado jóvenes”, “así no funciona”. Pero lo nuestro sí funciona. Él ha sido mi compañero siempre, y he tratado de estar a su lado en todas. Y hemos pasado de todo: crisis, depresiones, confusiones, triunfos, sueños, descubrimientos.

Nosotros hicimos todo al revés. Todo en nuestra historia es diferente de lo establecido o de lo que es “políticamente correcto”. Y eso demuestra que no hay fórmulas, que no hay una sola manera de embarcarse en esto para que resulte. Todo supuestamente nos llevaba a un fracaso. Pero que todavía lo mire y me emocione de sólo saber que lo tengo a mi lado, que con una mirada me deje totalmente entregada, que todavía tengamos un proyecto juntos, que nos sintamos cómplices y enamorados, algo debe significar.

El mejor ejemplo es lo que pasó anoche. Habíamos hecho varios planes: salir a alguna parte o por lo menos tener una cena romántica. Pero todo salió mal. Primero, me tuve que quedar hasta más tarde en la oficina, no hubo caso. Y cuando llegué a la casa, la Feña se había despertado ( = pilas cargadas, guagua revoloteando por lo menos por un par de horas). Él me esperaba con un enorme ramo de rosas y me preparó algo de comer.

Conversamos harto, jugamos con la Fernanda -que estaba deliciosa- y al final me rendí y me dormí. Nada salió como lo planeamos. Nada muy romántico ni menos la lujuriosa celebración que nos habíamos prometido. Pero la última imagen que tengo es de él a mi lado, haciéndome cariño. Celebraciones hay muchas, y en realidad podemos hacerlo cuando queramos. Pero saber que todas las noches me puedo dormir con él a mi lado, es el mejor regalo que pude tener en este aniversario.